martes, 30 de julio de 2013

Ni nos queda ya París. Un vestido azul sobre la silla 6

Dejaste rastro tras de ti
con tantas prisas:
el hueco de la almohada,
un vestido azul sobre la silla,
el eco de tus pasos en la entrada,
un vaso boca abajo en la cocina,
silencio en el salón,
la ropa limpia tendida,
tu peine en el lavabo
y... mi vida
tirada en un cajón

 de la mesilla.

sábado, 27 de julio de 2013

Ni nos queda ya París. Un vestido azul sobre la silla 5

Nunca fuimos de esos
que se graban corazones
o iniciales
en los brazos, tatuados,
o en las cortezas de árboles.
De haberlo hecho, seguro,
cuando marchaste,
hubiera quedado tuyo
el corazón y mi nombre,
y mía la flecha perdida,
clavada justo ahí
donde dejaste
ayer tiradas

tus llaves.

miércoles, 24 de julio de 2013

domingo, 21 de julio de 2013

Ni nos queda ya París. Un vestido azul sobre la silla 3

Te olvidaré silbando,
tal vez fume,
o beba algo
mientras enlazo los dedos
adoptando
esa postura de sala de espera.
Haré crucigramas,
escucharé la radio,
saldré de paseo,
compraré velas...
¿Te olvidaré llorando?

¿Te olvidaré a oscuras?

jueves, 18 de julio de 2013

Ni nos queda ya París. Un vestido azul sobre la silla 2

Mi añoranza de brazos insípidos y vagos,
de perezas gemidas y apagadas,
de azulados rincones de silencio entre sábanas,
de perfiles a contraluz de amanecer esperado,
mi emergencia de aire frío
y la alargada somnolencia,
esas son, inciertas, muertas,

las huellas que dejas.

lunes, 15 de julio de 2013

Ni nos queda ya París. Un vestido azul sobre la silla 1

No estás esta noche.
Se diluye la alborada
en el agua ennegrecida
de los charcos del asfalto.
Noto el olor
de mi barba mojada
y veo, absorto,
que el corazón me late
al mismo ritmo

que el semáforo en ámbar.

Sinvergüenza: más poemas (¿poemas?)

Como lo soy (sinvergüenza, inconsciente, incapaz de respetar el arte y lo que significa, desdoro de poetas y desdicha de ingenuos), me atrevo a publicar desde hoy, para todos ustedes (si tienen el gusto y el valor de terminarlos de leer), la segunda parte (Un vestido azul sobre la silla) de aquel libro de poemas (Ni nos queda ya París) del que ya fui colgando, hace tiempo, una primera (Cenizas mojadas) que, sorprendentemente, no tuvo la acogida que merecía sino una mucho mejor.
Suplico su perdón, queridos lectores, pero es que me aburro...