domingo, 21 de febrero de 2010

El último tango

Los ahogados siempre se hunden en espiral: abandonan sus brazos a la corriente, que les coge por la cintura y les obliga a bailar, lentamente, en silencio, y los lleva poco a poco al fondo, donde se posan con un rosario de pompitas de champán, sin aliento, como terminando un tango poco arrabalero, casi cursi y un con algo de vals, con más giro que tumbao. Los ahogados bailan después de muertos, como los ahorcados, pero con mucho más estilo, con menos monotonía pendular. Tienen más clase. No han sido ejecutados. No esperan que nadie les entierre.
Maneras de morir...

No hay comentarios:

Publicar un comentario