sábado, 30 de abril de 2011

Tipos de risa


Leyendo (?) a Noguera (véase más abajo, la entrada anterior de este blog, dedicada a su libro), encuentro la expresión "risa fálica" en su entrada intrigante sobre un hiperrealista juego de Pro Evolution Soccer (os dejo un enlace donde verla, junto con alguna otra de sus ideas delirantes).
Es sugerente este cúmulo de despropósitos sin hilo de Ultraviolencia.
Me pongo inmediatamente a pensar en tipos de risa, a analizar las risas que oigo en el espacio de varios días, a catalogar, cual Linneo actual, la ramificación de las especies de risa.
Nunca la acumulación se me dio bien, pero algunos datos sí he conseguido extraer del catálogo de observaciones:
1) Hay risas que no lo son en realidad, sino que esconden otras manifestaciones anímicas: se puede reír para no llorar, para disimular el ridículo, por compromiso...
2) La vocal con que se ríe puede ser indicativa: la "a" de satisfacción y apertura de ánimo; la "e" de timidez o de desgana; la "i" demuestra conciencia de estar riéndose uno de manera improcedente en el contexto; la "o" es propia de gente con barriga, y, si es hombre, con barba poblada; con la "u" no he oído a nadie.
3) Si te ríes de verdad, pierdes el control de tu cuerpo y los brazos deambulan por el espacio sin encontrar su sitio; a veces, hasta el tronco se inclina, en medio de la convulsión, más allá de lo que sus ejes permiten. Esta risa empieza de pronto, como si creyeras que el chiste no te iba a hacer gracia. Es típico el caso de que te pille el final de la anécdota bebiendo y el líquido se te salga por la nariz.
4) Luego está la risa de mi hija: es de verdad e imparable, no tiene vocal, es contagiosa, llena de aire, luminosa y volátil...

jueves, 28 de abril de 2011

Ultraviolencia

La idea puede ser un valor en sí misma. Tener una idea es, en principio, positivo. Da igual la idea: puede que luego no resulte útil, que haya sido perder el tiempo y la neurona que se ha fundido al producirla. Simplemente, puede no ser una buena idea. Pero la bombilla se encendió.
Eso es lo que hace Miguel Noguera. ¿Artista? difícil de clasificar o definir (y eso es precisamente lo que pretende). Su libro, Ultraviolencia, no es literatura en el abismo, es un agujero abismal -como el que él coloca en una de sus delirantes imágenes en la cocina de El Bulli- lleno hasta los bordes de imágenes y deducciones, de sensaciones que en la mayor parte de los casos rozan, solo rozan, emociones negativas, aunque a veces uno se sumerge en un líquido viscoso y gris y otras ve una luz al final del túnel de la divagación.
Original al máximo. Superficial hasta lo indecible. Absorbente (y esta idea seguro que le daría pie al autor para alguna página de carácter escatológico-libresco) sin remedio. Un hallazgo de clorofila en la librería para lavarse los dientes de leer y quitarse la placa bacteriana acumulada de tanto plato precocinado superventas o tapa dura. Me estoy poniendo "nogueresco"...
Y para muestra, un botón:

miércoles, 27 de abril de 2011

La bondad de los ancianos y los niños, los borrachos sinceros, el amor ciego y otros cuentos


Se da por supuesto que todos los niños son ingenuos y los ancianos respetables.
Y que los borrachos siempre dicen la verdad.
Y que el amor es ciego (e involuntario).
Y que no hay mal que por bien no venga.
Pero hay niños, muchos, que son y serán consumados cabrones, aunque les hagan panegíricos el día de su muerte, dentro de ochenta años; ancianos que jamás, desde que nacieron, dijeron la verdad ni quisieron a nadie, que viven solos y en la miseria y tienen mil hijos, y dices "Cómo han sido capaces esos hijos de abandonar a su pobre padre", sin saber quién abandonó antes, quién merece o no su destino.
Los borrachos mienten siempre porque se dan cuenta de que da igual lo que digan. De vez en cuando se les escapa la verdad porque la han confundido con la falsedad, pero les consuela de su error que nadie se toma muy en serio lo que dice un borracho.
Y uno no se enamora si no quiere vendarse los ojos.
Y si para que llegue el bien hace falta un mal, este mundo es el más perfecto de los posibles al estilo de Leibniz y de Voltaire.

martes, 26 de abril de 2011

Velocidad con tocino


Comentando con un amigo, en un paseo lento adecuado a este asueto primaveral nublado, me decía que esa misma mañana, llevándole a su casa de las afueras, un taxista le había dicho, con la severidad propia del gremio y señalando a un coche que circulaba más lento por el carril derecho: "Ahí va un socialista". La perplejidad de mi amigo le llevó a romper su norma de no mantener con los taxistas más conversación que la relativa al tiempo o al tráfico, y solo si resulta inevitable y descortés no quedarse en silencio. "¿Por qué lo sabe?", dijo. "Va a 110." "¿No hay que ir a 110?" La aguja del taxi, se fijó, marcaba 120. "Yo no pienso seguir las normas absurdas de estos ignorantes."
Taxistas aparte, la anécdota me hace pensar: simplificando, según esta regla de tres, los que van por la carretera a la velocidad que marca la ley son socialistas, y los que no, populares (o, al menos, no socialistas). Ya me explico por qué cuando conduzco a 110 todo el mundo me pasa. ¿No dicen las encuestas que los populares van a ganar las elecciones? No tiene otra lectura.
Algo parecido ocurre con el asunto de la corrupción de los políticos (en este caso referido a todos los partidos): cuanto más cargos corruptos aparecen, más aumenta la intención de voto que les sustentará en el puesto; si alguien tiene que robar, que sea de los míos.
Las reglas y la honradez para los ignorantes.
Lo que no entiendo ni a través de la lógica rastrera de la deducción pura y lineal es si los que van a 120 -o apoyan/votarían a los corruptos- lo hacen solo por jorobar (¿a quién?), o, simplemente, por llevar la contraria (¿al código de la circulación, a la Guardia Civil, a las multas, a la ley?).
Y conste que me parece una medida de chichinabo lo de bajar la velocidad máxima en autovía en 10 km por hora. Ni es medida ni es nada; o hacemos algo de verdad o no nos molestamos.
Pero, sea como sea, es una norma, ¿no?
¿Puedo decidir qué normas cumplo?

domingo, 24 de abril de 2011

Chiste filosófico para católicos con humor (propio para las fechas de Pascua)


Están Jesús, Moisés y un señor de larga barba blanca jugando al golf. Cuando le toca el turno a Moisés, viendo que la pelota, desviada por el viento, llevaba camino de caer en un lago, levantó sus manos y abrió las aguas para que la bola se deslizara suavemente por la arena del fondo y llegara al otro lado, muy cerca del hoyo.
Seguidamente, le corresponde a Jesús tirar: agarra su palo, golpea la bola y ve, colocándose la mano a modo de visera, que la trayectoria del tiro se dirige al mismo lago en el que había estado a punto de caer la de Moisés, por lo que, rápidamente, ora juntando sus manos y la pelota, al llegar al contacto con la superficie del lago, no se hunde, sino que rueda sobre las aguas hasta alcanzar el otro lado, muy cerca ya del banderín.
En tercer lugar, le toca tirar al señor de barba blanca, que, descuidadamente, golpea la pelota con el hierro inadecuado, en dirección contraria a la que debería, sin mirar. La bola sale choca contra la valla del campo de golf, sale fuera y golpea en la parte trasera de un camión que pasaba por la carretera adyacente, rebota contra el suelo y sube hacia arriba, describe una parábola imposible acabando en la boca de una rana que croaba en una charca cercana; un águila llega volando y atrapa con sus garras a la rana, que, en pleno vuelo, cuando pasaba justo por encima del hoyo del campo de golf, suelta la pelota y la deja caer justo en su interior.
Entonces se acerca Moisés a Jesús y le dice bajito:
- ¡Cómo me fastidia jugar con tu padre! Es tan prepotente...

viernes, 22 de abril de 2011

Chiste fillosófico para ateos (propio para las fechas de Pascua)


Un hombre normal, corriente, del montón, empieza un día a escuchar una voz grave y solemne que le dice: "Vende todo lo que tengas". "¿Yo?", responde temeroso. "Sí. Vende todo lo que tengas". Y lo hace. Reúne todo el dinero que consigue de la venta de sus escasos bienes y vuelve a escuchar la misteriosa y ultraterrenal voz: "Vete a Las Vegas con todo tu dinero". "¿Qué?", reacciona sorprendido. "Que te vayas a Las Vegas con el dinero", replica la voz con un poco de impaciencia. El interfecto se va a Las Vegas, y una vez allí, recién bajado del avión, vuelve a escuchar: "Entra en un casino y apuesta todo lo que tienes a un número de la ruleta". "¿Cómo?", dudando. "Que apuestes todo lo que tienes a un número de la ruleta...", con tono desesperado. El pobre hombre entra temblando en un casino, se sienta en la mesa de la ruleta, apuesta todo el dinero que ha conseguido de la venta de todas sus cosas a un único número y espera, mordiéndose, las uñas a que la bola pare de rodar... ¡y gana! En ese momento oye nuevamente la voz, esta vez asombrada e incrédula, que dice: "¡Increíble! ¡Vaya suerte!".

jueves, 21 de abril de 2011

Piezas que no encajan en la historia



Revisitando la historia sagrada por influjo ambiental, me acabo de dar cuenta de que los personajes de los Evangelios que más me interesan son los que no encajan en la historia: quien dejó preparada la burra para la entrada triunfal en Jerusalén (Mt, 21), aquel hombre al que siguen los apóstoles para que les lleve al lugar en el que celebrarán la última cena con Jesús (Lc 22), el soldado al que Pedro corta una oreja en el forcejeo (Lc 22 también) y el joven sin nombre que sale huyendo desnudo (!?) en el momento del prendimiento (Mc 14), la mujer de Pilato y sus pesadillas (Mt 27), el buen ladrón (Lc 23), José de Arimatea... Y Judas, sobre todo Judas: un auténtico misterio.
(Leed, leed, malditos irredentos: Tres versiones de Judas, J. L. Borges.)
(Y mirad vídeos pecaminosos llenos de dudas como estas: Jesus Christ Superstar.)

miércoles, 20 de abril de 2011

Procesiones molestas


No soy ateo. Me falta valor. Serlo implica llegar a una serie de conclusiones que no me atrevo a enfrentar. Tan complicadas de asumir como la misma idea de Dios.

Antecedentes:
Hace unos días leíamos en la prensa la prohibición de una "procesión" atea que se había convocado en Madrid.
Argumentario previo:
Vaya por delante que me parece ridículo seguir los mecanismos sociales de la religión para reivindicar el derecho (?) a no ser (?) religioso. Es como dar una misa atea.
Quede dicho que veo cierto fondo de provocación en el hecho de hacer coincidir la expresión de ese ateísmo con las procesiones de Semana Santa, como por buscarle las cosquillas a los penitentes (que tampoco tienen mucho que ver con la religión, la verdad).
Habiendo otras posibilidades de manifestación, estas me parecen burdas. Como los que están en contra de la bajada del precio de las patatas y las tiran en medio de la carretera para cortar el tráfico (¿bajada de precios y desperdicio?, ¿tráfico y patatas?). Como los que protestan porque en la escuela se impartan asignaturas que adoctrinan a los jóvenes convocando jornadas para la juventud adoctrinada (por ellos, claro)...
Situación:
Un comentarista televisivo (cientos, miles hay: no recuerdo quién), refiriéndose a la noticia referida, dice que lo primero que tienen que respetar los ateos desfilantes frustrados es la regla básica de la convivencia social: "No molestar".
Cuestionamiento y deducción:
Claro, no molestar los ateos a los católicos (mejor, ya digo, llamémosles penitentes, porque parece que si no se mezclan cosas); porque de que las procesiones molesten a quienes no se sienten representados ni por su religión ni por su cultura en esa parafernalia, ni hablemos. No está bien que los ateos hagan procesiones porque molestan, pero las largas filas de capuchones fantasmagóricos con hachas ardientes en la mano que "alegran" la ciudad, los cortes de tráfico que te atascan donde menos te lo esperas hasta que pase la comitiva (horas, a veces; sin contemplación: haberte informado antes de coger el coche), las tamborradas a media noche (los bebés, que se vayan acostumbrando a la tradición), el espectáculo sangrientro de una ejecución representada por los vecinos del pueblo ante tu puerta con profusión de efectos especiales sangrientos y música distorsionada de Bach (si se vieran... conmovedoramente escalofriante; perdónalos porque no saben lo que hacen), la vergüenza de la vistosidad costosa de un rito que conmemora una metáfora de la caridad suprema (millones de euros bien invertidos en crisis: estoy en paro y voy a pagar lo que no tengo por salir de nazareno y cumplir una promesa a cambio de la que espero que Dios me mande un trabajo)... todo eso no molesta, ¿verdad? A nadie, ¿verdad? Ni a la gente de otras religiones para cuyas celebraciones no se cortan las calles ni se declaran estados de excepción (¿no han prohibido ahora en Francia cubrirse completamente cuerpo y rostro en la vía pública? ¿hay capuchones allí?; aunque esto sería otro tema de discusión, desde luego), ni a los que vemos este tipo de algarabías como un resto atávico de chamanismo barroquista y turístico, ni a los que preferirían tener dos días libres en mayo pero se los colocan todos los años en un jueves y un viernes del calendario lunar, ni a los que, simplemente, señores, nos parece que la regla principal de la convivencia en sociedad es "no molestar", pero a nadie.