"No hay escritor tras el que no se esconda, en última instancia, un tímido. Pero es infalible que hasta el más pusilánime tratará siempre, aun por los más oblicuos e inesperados modos, de revelar su pensamiento, de legarlo a la humanidad, que espera, o supone, ávida de conocerlo. (...)
Existen los que tiran la piedra y esconden la mano, como Cristopher Marlow, el bardo inglés que escribió las obras de Shakespeare; o como el mismo Shakespeare, que escribió las obras de Bacon; o como Bacon, que escribió las que los dos primeros publicaron con el nombre de Shakespeare.
La timidez de Bacon es desde luego explicable, pues pertenecía a la nobleza y escribir comedias era (y sigue siendo) plebeyo. Que Shakespeare haya permitido sin alarma que sus Ensayos llegaran hasta nosotros firmados por Bacon ya es menos claro, a no ser que ése fuera el convenio. En cuanto a Marlow, ¿no es autor él mismo de excelentes tragedias? ¿Por qué entonces creyó indispensable atribuir sus sonetos a Shakespeare?"
Augusto Monterroso, Movimiento perpetuo
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