martes, 20 de octubre de 2009

A otra cosa, mariposa

Al salir a la calle le sorprendió la lluvia. Sin paraguas, sin chaqueta, con sueño, los ojos pegados y el pensamiento espeso. Nunca mira por la ventana al despertar porque si lo hace le entra el vértigo del día en blanco: ver amanecer y no saber uno con qué llenar esa claridad, hasta que añochezca por fin.
Como la magdalena a Proust, el agua fría y limpia le sacó del ensimismamiento del sueño para colocarle en el de los recuerdos, y sintió con viveza cómo caía la lluvia sobre las canicas de su infancia, sobre sus juguetes desperdigados por el patio; cómo se mojaban sus libros esperando el autobús para la facultad; cómo llovía tras los cristales durante la primera clase que dio, lírica renacentista. Decidió no moverse, no correr a refugiarse, recibir toda la lluvia para que en ella se disolviera su terrón de tristeza mañanera.

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