viernes, 23 de diciembre de 2011

Historia sin nadie


Las calles están desiertas siempre que sueño.
Y no oigo nada más que mi respiración; como si me tapara los oídos, igual que en una caracola.
Mi casa está desordenada pero vacía, habitada pero ausente... como si acabara de salir corriendo en cuanto me dormí. Me delatan los libros sobre el sofá y la lamparita encendida del dormitorio.
Humea el café en la cocina y a veces hasta percibo el vaho dulce que sale del cuarto de baño: me he ido hace un segundo. El tiempo justo de coger el reloj y ponerme la chaqueta.
Sabía que venía y me he dejado una nota pegada con imanes en el frigorífico: "Vuelvo cuando despiertes".

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