viernes, 4 de mayo de 2012

La magia de los pianos


Si algún día tengo la posibilidad, me compraré un antiguo piano de cola, aunque no sé tocarlo, aunque nadie lo toque, para que amanse el aire de la habitación en que esté callado, para que la música que lleva dentro se esparza como un perfume por la casa, para que de vez en cuando venga el afinador y el aire brille de chispas dispersas de tonos flojos. Colocaré en su atril partituras amarillentas de Bach (por si las necesita, que quizá), en hojas sueltas, desordenadas y un poco arrugadas, como si alguien, mucho tiempo atrás, las hubiera dejado en la pausa de un ensayo y no hubiera vuelto nunca.  No me atreveré a acercarme mucho. Ni se me ocurrirá pulsar sus teclas; sería un accidente, convertiría su existencia en ruido. Si viene a casa alguna visita y sugiere tocarlo, disimularé: el café ya está, se está más fresco en el jardín, está desafinado (mentira)... Ese piano no se toca. Sólo está. Y es suficiente; demasiado para mí, tal vez.


2 comentarios:

  1. Acabo de descubrir tu blog gracias a Rosario Garrido, amiga de Valencia a la que le he presentado mi recien creado blog de relatos y creacion literaria Palabras y silencios. Comparto el enlace por si te apetece visitarlo. Me gustaría incluir en breve un link al tuyo. El mio está en: http://palabrasysilencios-gabrielfmv.blogspot.com.es/ Espero sumergirme en el interesante territorio de Pofaleposi y disfrutar su contenido. Cordiales Saludos.
    Gabriel Hdez.

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  2. Encantado de conocerte, Gabriel.
    Por supuesto que me suscribo ahora mismo a tu blog. Y, bueno, viniendo de Rosario, seguro que su recomendación de este mío es exagerada, como buena amiga que es. Cuenta conmigo para lo que sea.
    Un abrazo.

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