domingo, 20 de mayo de 2012

Ni nos queda ya París. Cenizas mojadas 4


Envuelvo mis labios con tus besos soñolientos
que recuerdan al perfume adormecido de tu nuca.
Y arrastro las cadenas que cuelgan de tu cuello,
como el fantasma que a veces pasa por tus ojos.
Me hundo en el pozo de esos astros alejados del sol,
mirando arriba el redondo acariciar
que concede tu sonrisa.
Y peleo con la lógica testamentaria de tus labios,
que me dicen que me quieres;
y me odian.

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