jueves, 18 de junio de 2009

House

En House las escenas se intercalan en busca de un juego de intensidades que hacen moverse el ánimo del espectador desde la identificación con el frío protagonista hasta la implicación personal en los sucesos afectivos que lo rodean. En un alarde de técnica narrativa, vemos la mente del doctor House funcionando sin necesidad de un narrador omnisciente o voz en off. Visualizamos metáforas sobre la ilusión-desilusión, confianza-desconfianza, esperanza-miedo... Se nos aparece el subconsciente del médico con forma de fantasma explicable que aporta caracterización. El amor adopta formas confusas que enriquecen las relaciones entre los personajes e influyen en sus acciones, y, así, en la historia.
Calidad 100%.
Una obra maestra que no hace falta leer.

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