viernes, 6 de noviembre de 2009

Doctrinario básico para una revolución nunca hecha aunque fingida

El trabajador se ennoblece con su labor tanto como el soldado alcanza de la gloria victoriosa tras la batalla. Nada. El primero aúpa con sudor a su burgués empleador hasta la aristrocracia monetaria; el segundo sangra las medallas que condecoran al general que engordaba entre el botín acumulado de la campaña. El que trabaja vuelve más cansado a su puesto al día siguiente, cada día un poco más muerto, hasta formar parte del listado de jubilados, inservibles y libres; el que pelea vuelve a mutilarse en cada contienda, o muere y pasa a formar listas de héroes, inservibles y ya libres, que se graban en piedra monumental.

No hay comentarios:

Publicar un comentario