martes, 29 de junio de 2010

El Juicio Final

El día del Juicio Final, los faraones confirmaron sus sospechas: no eran divinos. Y, desde luego, el más contrariado fue Nietzsche. El resto, seamos sinceros, no se lo esperaban. Algún Papa incluso lloró emocionado antes de verse relegado al final de la fila ("los últimos serán los primeros"). Luego vino el llanto y el rechinar de dientes y todo eso.
Tampoco fue para tanto.
La verdad: más parafernalia que otra cosa.
Estaba todo excesivamente preparado.
Ni un resquicio para la espontaneidad.

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