lunes, 28 de junio de 2010

Ilógica

La ilógica intrínseca de las prisiones, los campos de concentración y los colegios es que si un día, en un determinado momento, todos los prisioneros, todos, a una, todos los niños, a la vez, deciden que quieren salir, de verdad, sólo salir, sin alternativa, sin que les preocupe lo que tengan que dejarse en el camino, sin que les importe morir, sin que les dé miedo el castigo... los muros y las alambradas serían franqueados y los vigilantes y los maestros serían arrollados. Muchos morirían; quizá todos sufrirían su castigo. Pero las cárceles dejarían metafísicamente de existir desde ese mismo momento.
No se podría, nunca más, volver a pensarlas.

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