lunes, 7 de junio de 2010

Lectura recomendable: La historia siguiente, de Cees Noteboom

-¿Crees que seguiremos existiendo?
-No -respondí sinceramente-. Ni siquiera estoy seguro de que existamos -quise haber dicho, y entonces lo dije.
-¡Bah, qué tontería! -sonó muy dialectal. Pero de repente me cogió de las solapas de la chaqueta-. ¿Vienes a tomar una copa conmigo? -y sin transición, tocando mi pecho con su dedo-- ¿Y entonces esto? ¿Acaso tampoco existe esto?
-Este es mi cuerpo -dije. Sonó pedante.
-Sí, eso lo dijo también Jesucristo. Así que al menos admites que existe.
-Sí, bueno.
-Y entonces cómo lo llamas. "Mi", "yo", algo así, ¿no?
-¿Es tu yo el mismo de hace diez años? ¿Será el mismo dentro de cincuenta años?
-Para entonces espero no existir ya. Pero ahora dime: exactamente, qué crees que somos.
-Un conjunto de circunstancias y funciones compuestas y siempre cambiantes a las que decimos "yo". Tampoco sabría decirte nada mejor. Hacemos como si fuera invariable, pero varía continuamente hasta que se suspende. Pero seguimos llamándolo "yo". De hecho es una especie de profesión del cuerpo.
-¡Vaya!
-No, lo digo en serio. Este cuerpo más o menos casual o este grupo de funciones tiene la tarea de ser yo durante su vida. Se parece mucho a una especie de profesión. ¿O acaso no?
-En mi opinión estás un poco chiflado -dijo-. Pero lo cuentas muy bien. Y ahora quiero una copa.
La historia siguiente, Cees Noteboom

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