jueves, 28 de abril de 2011

Ultraviolencia

La idea puede ser un valor en sí misma. Tener una idea es, en principio, positivo. Da igual la idea: puede que luego no resulte útil, que haya sido perder el tiempo y la neurona que se ha fundido al producirla. Simplemente, puede no ser una buena idea. Pero la bombilla se encendió.
Eso es lo que hace Miguel Noguera. ¿Artista? difícil de clasificar o definir (y eso es precisamente lo que pretende). Su libro, Ultraviolencia, no es literatura en el abismo, es un agujero abismal -como el que él coloca en una de sus delirantes imágenes en la cocina de El Bulli- lleno hasta los bordes de imágenes y deducciones, de sensaciones que en la mayor parte de los casos rozan, solo rozan, emociones negativas, aunque a veces uno se sumerge en un líquido viscoso y gris y otras ve una luz al final del túnel de la divagación.
Original al máximo. Superficial hasta lo indecible. Absorbente (y esta idea seguro que le daría pie al autor para alguna página de carácter escatológico-libresco) sin remedio. Un hallazgo de clorofila en la librería para lavarse los dientes de leer y quitarse la placa bacteriana acumulada de tanto plato precocinado superventas o tapa dura. Me estoy poniendo "nogueresco"...
Y para muestra, un botón:

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