jueves, 30 de julio de 2009

Sana vulgaridad

No aguanto a la gente que no suda. Ni a los que se aguantan los pedos aun estando solos. Ni los que denominan eufemísticamente "sacar petróleo" a hurgarse en la nariz. Ni a los que usan papel higiénico perfumado. No soporto a los que se han operado de velo del paladar para no roncar. A los que cuando acaban de follar, piden un clinex. A los que limpian la junta de los azulejos con cepillo de dientes. A los que quieren oler bien incluso metidos en la piscina. A los que desvían la vista de las bragas tendidas en el patio de vecindad. Me desesperan los que usan la servilleta con un dedo por dentro. Los que conocen diferentes tipos de té por su aroma. Los que nunca se han tapado la nariz con un trozo de algodón cuando el resfriado les hace gotear moco líquido. Ni a los que tienen humidificador, o ambientadores eléctricos programables, que sueltan una ráfaga de lavanda en medio del silencio. No puedo con los que comen guisantes estofados, o croquetas de calamar. Con la gente a la que todo les produce acidez. Con los que creen apreciar la calidad del jamón por su color. Con los que agitan el vino en círculos antes de beberlo. Ni con los que se rascan la sien con el dedo anular. Ni con los que frotan las gafas con toallitas limpiacristales. Es superior a mis fuerzas. No puedo sentarme frente a quienes te hablan mirando por la ventana. O junto a los que apoyan decadentemente el antebrazo en los respaldos de las butacas. Ni con los que llevan la mirada de indiferencia perenne y sonríen por cumplir. No. De verdad que no trago a los que creen que el dolor es humillante. Ni a los que lloran con "Titanic". Ni a los que se saben lo que significa la O-p que viene detrás del título de los discos de música clásica. O a los que clasifican los libros por orden cronológico. O comen ostras con tenedor. O leen el periódico completo, de cabo a rabo. Ni a los que se "mueren de ganas" por algo, o utilizan la expresión "miles de veces" o "daría un brazo". Y luego, por si fuera poco, además, se creen importantes.
Lo peor: yo soy así. O casi. Porque sudo mucho y no me creo importante.

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